No hablé sobre él y me reí y la lié como siempre,
pero debía estar emitiendo ondas de aflicción,
porque de repente, mientras me liaba un porro me dijo:
_Puedes decirlo en voz alta, no pasa nada...
_¿Decir qué?
_Que le echas de menos. Hasta yo le echo de menos.
_Está bien, vale, le echo de menos...
Y me quedé con las patas colgando, pero no dije nada más,
peté el porro con una calada larga y cambié de tema.
Como si no hubiera pasado...
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