miércoles, 19 de enero de 2011

de temblar

Hoy estoy totalmente drogada, pero de dolor,
porque el dolor coloca, y bastante.
Ha sido como juntar mi dolor con el suyo,
aunque no sé qué creer, porque ya no me creo nada,
y menos algo que venga precisamente de él,
y vete tú a saber, igual ha hecho el papel de su vida.
No tendría que haber accedido a verle.
Aún me dura el tembleque y el mal rato.
Ha sido doloroso, incómodo, una puta mierda,
no sabía ni donde mirar y no he parado de remover el té,
se me caía todo al suelo y parecía un flan.
Me duele el corazón, pero físicamente, literalmente.
Ahora solo me queda poner distancia. Definitiva.
Cosa jodidamente difícil, por cierto.
Mientras le abrazaba como una gilipollas
pensaba "esta es nuestra despedida".
No sé si él se habrá dado cuenta, supongo que no,
pero aquí ha acabado todo. Es nuestro punto final.
Dicen que el tiempo lo cura todo,
pero yo, sinceramente, creo que no,
que hay cosas que sí son para siempre,
que hay heridas que ni dios nos curaría.
Porque de ser normal a aparentarlo hay un trecho,
aunque solo lo sepa quien lo finge.
Es difícil, si no imposible, engañarse a una misma.

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