jueves, 12 de agosto de 2010

colores, dame colores

No creo en la perfección, pero hay días que casi casi la alcanzan.
Playa, sol, baños, besitos de agua salada, beber, fumar, reír, charlar, leer, jugar, chiringuito con trato especial...
Entre amigos y con la persona que más quiero. Y bien. Todo bien.
Ha sido uno de estos días en los que todo te sale como te apetece, que no hay pegas, malas caras ni problemas.
Como siempre le pasa con el mar sus ojos estaban más azules que nunca y el pelo que va creciéndole y que tanto me gusta se le rizaba y alborotaba... miraba esos caracoles rubiascos y esos ojos y me nublaba, lo veía tan jodidamente guapo que no me cansaba de mirarle, comiéndome todos mis pensamientos y riéndome para mí misma un poco avergonzada, viendo lo empalagosa y cursilona que puedo llegar a ser, aunque él no lo sepa.
Y me río más todavía, porque no sabe ni la mitad.
Relajación y paz, de cuerpo y mente. Total.
Hacía mucho tiempo que no me sentía así.
Escuchar el mar, sentir la brisilla en la cara, respirar profundamente y sonreír a boca llena, así de simple.
Ojalá pudiéramos estar siempre así, que todo fuera tan fácil.
Pero aunque en realidad sea difícil, por lo menos, mientras dura es maravilloso, y son las cosas que me hacen salir adelante en los malos momentos que a veces pasamos, las cosas buenas, esos recuerdos y esas sensaciones quedan grabadas en mi cerebro, y me aferro a ellas, me hacen reafirmarme aun más, encabezonarme en que todo lo que hemos vivido, lo que estamos viviendo y lo que sé que vamos a vivir es mucho más fuerte que la mayoría de las cosas que se supone que podrían separarnos, y aunque viva con esa paranoia permanente a perderle, en el fondo sé que no será así, solo es el miedo que intenta acorraralarme, paralizarme, hacerme perder, perderle, pero aunque a veces esté casi a punto no me dejo, no me dejo, en esta vida hay prioridades, y para mí él es una de ellas, y pienso que pocas cosas tan grandes hay en la vida como atreverse a luchar por lo que se ama de verdad.
Y consecuente, ahí voy yo, de cabeza y corazón, a por todas.
Por él, y para que engañarme, por mí.

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